El pecado de tener un Drone en Perú


Fue un viaje largo. Salí de Nueva York a las 12 del medio día para hacer escala en Miami para poder regresar a Lima por fin. Fue agotador.

Pasé muchos controles de seguridad en los aeropuertos. En dichos controles de seguridad, puedo contar lo abusado que me sentí, sobretodo en el aeropuerto de Miami en donde como deben imaginar los empleados son en mayoría cubanos. Lamentablemente me he quedado con una muy mala impresión de los cubanos que viven en Miami. Mucha gente descortés, malcriada y abusiva. Tratan al visitante como quieren, te atienden a gritos y para colmo abusan de su autoridad manoseandote con la excusa de ver si llevas algo que pueda ser considerado como peligroso para la seguridad del avión. Ya hablaré en otro momento de mis terribles experiencias con estas personas. Antes de seguir con mi relato debo aclarar que tengo mucho aprecio por la cultura cubana, por mucha gente valiente de ese pueblo, pero lamentablemente creo que no me topé con los mejores representantes.

Llegué al aeropuerto Jorge Chávez de Perú a las 6 de la mañana, después de un viaje de prácticamente un día, ya que mi estadía en Miami tuvo que durar 5 horas antes de abordar el avión que me regresaría a mi país.

Bajé del avión con mi equipaje de mano, contento por el buen servicio de LAN Perú y con las ganas de descansar. Fui a recoger el resto de mis maletas, en las que guardaba mi cámara fotografica llena de fotos inolvidables de Miami Beach, La Casa Blanca (Washington) y el Empire State (Nueva York), entre otras. También en mi equipaje llevaba un Drone como parte de mi equipo fotográfico personal.

Yo ya había llenado mi papel de ingreso de los amigos más grandes que puede tener un peruano (Sí, es sarcasmo): SUNAT. No reporte en el papel ni mi cámara usada marca Canon, ni mi Laptop usada Toshiba, ni mi drone usado. Puse mis maletas en la banda donde un caballero revisa el equipaje con rayos X. Al parecer dichos rayos habían afectado la capacidad de disernir y de realizar sinapsis del caballero, ya que armó un revuelo terrible por la maleta que contenía mi Drone.

Ante mi sorpresa, los agentes de aduana me rodearon como si llevara un aparato explosivo o Anthrax. Me pidieron abrir mi maleta para constatar que llevaba un Drone. Explique que sí, llevaba un Drone. Un aparato que vuela como un avión de control remoto y que toma fotos y graba vídeo, expliqué.

Los amigos de aduana me invitaron a acompañarlos a una bodega donde guardan mercancía que retienen, se retiraron y me quedé con un jovensito que no pesaba más de 70 kilos y no medía más de metro setenta. Le expliqué que mi equipaje era de uso personal, pero en ese momento pensé que él también se encontraba afectado neuronalmente por los rayos X, ya que por más que le explicaba de que se trataba de mi equipaje personal como la cámara fotografica que llevaba, el pobre no podía comprenderlo.

El caballerito, al cual llamaré...James por fines prácticos, procedió a pesar mi maleta. James ya sabía que me tenía acorralado. Al ver las intensiones de este particular amigo, me puse a fotografiar cada paso que hacía y cada objeto que tocaba, Empecé a sospechar que sería victima de una retención o de algún tipo de arrebato burocrático. Salir ese día con el Drone que me pertenecía, no sería posible.

James me trató como si hubiera cometido el peor de los pecados de la historia. Como le explique tantas veces como pude para que la información recorriera por sus neuronas, decidió que hacerse el idiota y no entender que el drone era de mi uso y ya estaba usado, el siguiente paso para no permitir que me lo llevara era decirme que necesitaba un permiso del Ministerio de Transportes y Comunicaciones. Sí señores.

Aquí debo hacer un parentesis. Los Drones no cuentan aún con regulación en el Perú. Ustedes dirán en Estados Unidos de Norteamérica sí. Se equivocan. En ninguna parte de nuestro basto y redondo planeta, los Drones estan regulados.

Regresando a la historia. James empezó a llenar un papel que decía que no me podía llevarme el Drone. Ese papel lo llamaremos a partir de ahora: Acta de Incautación. (Si te dan ese papel alguna vez en el aeropuerto, amigo lector, te informo que ya formarás parte del mundo de la burocracia, el maltrato y el intento de estafa).

- ¿Dónde está el Ministerio de Transporte y Comunicaciones, James?
- ¿Qué le pasa señor? -Respondió indignado James. - ¿Quiere que yo haga su trabajo?
- ¿En qué parte de los papeles que nos entregan a los pasajeros dice que no puedo traer un Drone y más si esta usado y es de mi uso personal? - Le increpé
- En la página web dice. - Me respondió James, que seguramente había trabajado en un Mc Donalds. Ya se sabía el floro de que ante una queja de algún combo de papitas con gaseosa el podía decir que la foto que aparecia tras su mostrador era referencial y que todo estaba en las letras chiquitas de la publicidad.

Sin más ayuda, con el cuerpo destrosado del viaje y con la dignidad esparsida en el piso despues de tanto abuso y humillación, me fui deseándole a James un buen día verbalmente y en mi mente, una esterilización involuntaria. Mi país no merece más James.

Averigüe en internet que debería hacer ahora, después de que me incautaran mi Drone. Llegué a esta web: http://blogs.peru.com/nuestropasadoextraterrestreperu/2014/09/la-sunat-y-via-crucis-para-ingresar-formalmente-un-drone-al-peru.html
Recomiendo está web, ya que guía a las victimas como yo a intentar recuperar su Drone.

Un día después, ya más descansado inicié mi tramite para recuperar el Drone. Fui al Ministerio de Transportes y Comunicaciones, preparado con 5 copias de:  mi DNI, mi pasaporte, el acta de incautación y 5 copias más de un papel que especifica la página web que antes les menciono. Sabía que a los amigos del estado les encanta matar árboles y llenarse de papeles que almacenan en rumas para así sustentar su sueldo mes a mes. Es así que me entregan un nuevo papel y tengo que esperar 5 días utiles para regresar y que me den un nuevo papel. Regresé a los días por el papel y un pobre señor del Ministerio de Transportes, que sinceramente ya debería estar en su casa siendo atendido por una enfermera, me trató como la peor escoría del mundo. Me gritó, me dijo que había hablado conmigo por teléfono y en su demencia senil me dijo incluso de lo que habíamos hablado. Esa llamada ocurrió, pero en su mundo de Alzheimer.

Con el papel que me entregaron, más las 5 respectivas copias, fui al aeropuerto. Me indicaron que tenía que ir al frente. Crucé el puente que conecta al aeropuerto con las oficinas de Aduanas Aereas. Quiero contarles que cruzar el puente es un maravilla. Es belicismo crusar el puente donde habitan vendedores ambulantes, pordioseros y suciedad. Con esa experiencia entendí a dónde van mis impuestos y donde irían cuando pagara los impuestos que me haría pagar la SUNAT por mi Drone usado.

En aduanas aereas pasé los días más reflexivos de mi vida, mientras esperaba en la ventanilla tal que me dieran el papel tal para que lo llevara a la otra ventanilla de más allá. los 4 días que pasé ahí desde  las 8 de la mañana hasta las 4 de la tarde pensé en formas de torturar gente, en insultos variados y en por qué yo era un delicuente por traer un drone. Todo siempre con una sonrisa y cara de huevón, porque los amigos del sector público tienen tan poca autoestima que necesitan que extraños como yo les de confianza, autoestima y el poder que no tienen seguramente ni con sus esposas o hijos.

Finalmente el día del papel definitivo llegó. Una persona a la cual la llaman "El Especialista" habló conmigo y me dijo que por el aparato que había traido tenía que pagar la mitad del valor que ellos consideraban. El precio que ellos tenían en lista era 03 sí TRES veces el valor de mi aparato. ¿Por qué lo tenían que valorar ellos? Porque yo no tenía factura de mi aparato, porque, te pregunto amigo lector: ¿Tu llevas tu factura de todos los aparatos que usas en tu vida cotidiana?

Después del monologo extenso del especialista, me citó en el lugar donde me habían quitado mi aparato hacia casi 20 días (El salón Insternacional), para así evaluar si el precio de valoración que yo había encontrado de mi aparato era el correcto.

El Especialista se encontró conmigo en El Salón Internacional, vio el aparato, lo revisó, trató de tomarle fotos con su celular, el cual tuve que ayudar a usar, ya que no tenía ni idea como tomar una foto, (Y así lo llaman especialista y sobre todo para evaluar un Drone) y luego de humillarme un rato, preguntandome en que trabajaba, que había estudiado y que por mi profesión practicamente era un incompetente que no sabía hacer tramites, me dijo que valoraría mi Drone en el precio que aparecía en la web del fabricante como le pedía desde el principio.

Regrese a Aduanas Aereas, me dieron otro papel que sumé a la enciclopedia que ya había estado armando durante varios días y fui a pagar los impuestos, pero ahí no había terminado todo.

Crucé el puente que separa Aduanas Aereas del aeropuerto. Los ambulantes y los pordioseros me saludaron con respeto. (Ya era parte del barrio) Llegue al Salón Internacional y me entrevisté con otro adulto mayor, el cual parecía tener un problema de ira por como me trató. Me pidió que esperara mientras revisaba tooooda mi documentación y me indicó que pagara la multa que era el 50% del valor de mi equipo. Durante ese proceso vi como empleados de Aduanas muy contentos se llevaban bultos que las personas a quienes se los habían quitado ya no habían podido reclamar.

Una vez que revisaron mis papeles y pagué la multa recuperé mi Drone.

Esto es un poco un resumen de lo que me paso a mi. Sé que hay muchos detalles que no he contado, pero les suplico paciencia, porque pronto escribiré una novela que será impresa en tapa dura y filmaré una serie de 4 temporadas de como traer un Drone usado al Perú.

Mi consejo amigo lector: Si quieres traer un Drone a Perú, así sea usado, preparate para conocer el infierno, preparate para ser humillado y abraza tu Perú, tu SUNAT, Tus ministerios, su gente, porque traer un Drone a nuestro país (el cual solo los empleados publicos hacen subdesarrollado) es un pecado.

O aunque sea un infierno




He vuelto a este lugar convencido por un caballero de brillantes palabras, un caballero que me dijo: «Tú no puedes escribir». Raro ¿verdad? Pues así ha sucedido.

Mi tío Toño me ha buscado desde el más allá, de la forma que solo los artistas te pueden buscar, con ese pasaporte, con la licencia que los escritores tienen para darse un salto de la muerte a la vida: Sus palabras.

Mi tío Toño murió el seis de octubre de 2012, como ya deben saber los pocos que leen este blog, hablo de Antonio Cisneros, que no es mi tío sanguíneo ni tampoco de cariño, es solo me tío de Celia Cruz, Sonora Matancera, cantina miraflorina y borrachera.

El día que se murió el tío Toño (Insisto en decirle así, porque él me pidió que así lo hiciera), como es normal, estuve algo triste. No tuve la oportunidad de conversar todas las veces que hubiera querido, solo tuve ese glorioso momento una sola vez en la vida, pero él me habló tantas veces mediante su programa de radio en RPP, llamado el Oso Hormiguero, su programa de TV de entrevistas y por supuesto una de las cosas más maravillosas que me dejó que fueron sus letras.

Ese seis de Octubre recibí la noticia y pensé en las charlas que nos faltaron, las cosas que me faltaron preguntarle y en la sonrisa sabia de su rostro. Sentí con tristeza que no se conmocionara el mundo entero, solo algunos de nosotros y recuerdo que alguien que no lo conoce, me dijo que un amigo suyo se iba al velorio de un poeta al que su generación no conocía del todo. No sentí envidia de ir a un lugar tan triste como ese. No sentí tristeza de no estar en un lugar donde muchos no lo conocían, sentí tristeza de no tener la oportunidad de encontrarlo de nuevo. Me equivoque.

Días atrás, conocí a una extraordinaria persona que me ayudó a regresar al camino, esta ruta que dictatorialmente me impone el destino, esta persona a la que le estoy muy agradecido es Raúl Tola y recuerdo que en una de pocas y académicas conversaciones, me recordó a mi tío Toño.

Otro día alguien mencionó la publicación de «El Buen Salvaje», que los amantes de la cultura pueden encontrar en la librería «El Virrey» y el nombre del tío Toño saltó nuevamente a mi cabeza. ¿Por qué? Te preguntarás. La razón es el libro de Antonio Cisneros, que tiene el mismo nombre: «El libro del buen salvaje. Crónicas de viaje/Crónicas de viejo».



Ayer tomé el libro en mis manos, después de algún tiempo y releí una de esas fabulosas historias. El capítulo que leí se llamaba «O aunque sea un infierno» y me di cuenta de que mi tío me está buscando, que quiere que lo encuentre, que me encuentre, que nunca lo olvide y que si alguien pasa por aquí alguna vez nos recuerde en el bar de la calle Berlín en Miraflores.

«Otra manera de ofender a los difuntos es mediante el olvido. Me refiero al olvido de verdad.»
Pues dadas estas  líneas escritas por Antonio Cisneros, aquí estoy recordándolo y tratando de comprometerme con él a no olvidarlo y hacer todo lo posible para escribir.

Gracias por tus palabras, tus ideas Maestro Cisneros.

«Dada la lista, incompleta por cierto, de los maltratos que sufren los finados en la tierra, se vuelve indispensable un más allá. Tanto dolor amerita algún compensatorio paraíso. O aunque sea un infierno».
El libro del buen salvaje. Crónicas de viaje/Crónicas de viejo
Antonio Alfonso Cisneros Campoy
(Lima, Perú, 27 de diciembre de 1942 - 6 de octubre de 2012)


Preguntas sobre mi propia historia

El problema de los escritores es que todos creemos que manipulamos las historias, incluso las propias. (Es mi texto así que concédanme la insolencia de creerme escritor) No entendemos que las historias nos poseen y ya nos tienen presos como sus personajes.

No estamos aquí para sufrir he dicho tantas veces. Es cierto. Estamos aquí para ser piezas de la historia del narrador, las piezas de su historia. No tenemos el control de nada. Hemos intentado tenerlo, seguimos intentando.

¿Qué debemos hacer? ¿Sucumbir ante la historia? ¿Pelear? ¿Qué debemos hacer? No lo sé. Lo que sé es que quiero ser feliz, igual que tu, pero no existe un manual para eso. He intentad por varios medios hacerlo, nunca ha sido por el que me ha gustado, quizá por eso no soy feliz, pero he estado cerca, lo sé y lo he sentido. Quizá eso era todo. Quizá no existe la felicidad completa. ¿Por qué entonces si existe la completa angustia o la completa tristeza? ¿Por qué existe la total soledad? Muchas preguntas quizá, pero solo un titubeo en las respuestas. Yo no voy a descubrirlo quizá. No creo que sea el autor del recetario de la felicidad. Ojala y me equivoque. Ojala y la vida me tome por sorpresa por la espalda y me muestre la felicidad. Ojala y este detrás mío cubriéndome los ojos y que después de un momento me diga: ¡Sorpresa! y ahí encuentre mi felicidad. Mi camino. Quiero encontrar mi camino. Quizá ya lo encontré, pero ahora solo me falta ponerme en el camino.

¿Por qué seremos así los seres humanos? Tan confusos, tan raros. ¿Qué nos han hecho en el camino del vientre hasta el umbral de la adultez? ¿Que nos hemos hecho? ¿Vale la pena? ¿Vale la pena todo esto? ¿Tiene sentido? Una noche dormía plácidamente en mi cama y quizá cometí la insolencia de preguntar ¿Por qué estoy vivo? Alguien me dio la respuesta en el nirvana y al despertar esta desapareció. Quizá el propósito de nuestras vidas es simplemente la escusa perfecta para decir que estamos vivos. El destino. No tengo idea si existe. No quiero que exista. Quiero ser el narrador de mi vida. Déjenme por favor. Déjame realidad, ser el artífice de mis propias notas musicales.

Ayudenme almas que ya se fueron de esta tierra. Socórranme en este momento tan desesperado. Ayúdenme a llegar donde quiero llegar. Ayúdenme a retener lo que tengo. Ayúdenme a ser feliz. No me desamparen. No quiero escombros en mi vida. No quiero cadáveres en el pavimento. Es quizá por eso que he preferido tantas veces estar solo.