Los que algunos creían desalmados.

10:06 7 Comments

Son ya las 5:57 de la tarde, cada segundo parece 365 años y cada cambio del minutero del reloj en la barra inferior de Windows de esta computadora, se refleja en la ansiedad de mis temblorosas piernas.

Mi mente pide abandonar al monitor que le pone alto a mi libertad y quiere llevar de paseo a mi cuerpo a lugares, donde no estoy encasillado en una cárcel de 15 pulgadas.
Ha sido un día cansado y mi cuerpo esta más tenso que una cuerda de guitarra que no emite sonido alguno.

Hoy como algunos días de la semana me toca a mí ir a casa de mi enamorada, ya que ella ya ha estado muchos otros en mi casa. La compensación y la justicia son básicas en una relación.
Aún tengo el cuello tenso, continúo pensando en el trabajo y las cosas que hay por hacer al día siguiente e incluso la semana siguiente.

Camino hasta el paradero y extiendo mi mano, para que una misericordiosa combi, me aleje todo lo posible de mi vida laboral.

La combi me recoge, me lleva lejos de mi trabajo, pero me acerca a ese apiñamiento, esa frotación y golpes de gente que como yo, pasa por la aventura de llegar hasta sus casas o lugares donde no se tenga que preocupar por jefes o clientes.

El viaje acaba y bajo de la combi, un poco aplanado como caricatura que es aplastada por un yunque gigante.

Sigo pensando en el trabajo. ¡Asu Madre!- digo, emitiendo un suspiro, recordando lo que paso el día de hoy en la oficina y lo que mañana puede pasar.

Ya he cruzado algunas pistas, atravesado unas calles y por fin me encuentro frente a la puerta de la casa de mi enamorada, ahuyentando los demonios laborales, para no ahuyentarla a ella, que no tiene porque estresarse conmigo, ni por mis cosas.

Toco el timbre de la casa y de repente un laberinto sonoro se desata dentro rompiendo el silencio de la tranquila calle donde ella vive. Yo me rió inevitablemente.

Mi enamorada ha abierto la puerta y me alegro de verla, quiero que me abra la reja de su pequeño patio para darle un abrazo que me reconforte después de todo lo que he pasado en el trabajo y por fin lo logro. La beso y la apachurro como si no la viera en años. De pronto tengo que parar de hacerlo, ya que las causantes del escándalo que anteriormente menciono, exigen también que las salude.

Nena y Maguie, mis niñas adoradas, me ladran y me gritan, me gruñen y me saltan. Las dos también necesitan un saludo, también están ahí. ¡Oye ven y ráscame la panza! ¡Oye ven para correr, para morderte y jugar!

¡Te estas llenando de pelos! – Dice Andrea (mi enamorada), mientras se ríe de todo el engreimiento que les doy a las chiquitinas, cargándolas y meciéndolas una por una como si fueran bebes. Luego las suelto y a cualquier habitación a donde vayamos, las dos nos siguen, tentando a la suerte, a ver si juego un rato con ellas o las acaricio. Siempre consiguen las dos cosas de mí. No puedo evitarlo, me encantan los perros.

A veces he pensado que el nombre “perro” es un poco feo para un ser tan noble y bueno. Mascota, tampoco se adecua muy bien a lo que realmente son y han sido para mi, yo los llamaría mas bien mis amigos.

Yo tenía un amigo de la especie cuadrúpeda hace tiempo, que se llamaba Kaiser. Lamentablemente debo decir tenía, porque no resistió más que unos años en este mundo.
Como lo extraño.

Imagino que a los que han gozado de la compañía de aquellos amigos de los que hablo, saben muy bien que es extrañar a un íntimo amigo como ese.

Kaiser siempre me recibía en la puerta de la casa, lleno de felicidad, es más, él ya estaba contento desde que yo me encontraba a casi una cuadra de la puerta y desde ahí podía escuchar sus ladridos. ¡Apúrate! ¡No seas tan lento! ¡Apúrate, quiero jugar!

Cuando llegaba por fin a casa, jugaba con Kaiser a lanzarle cosas, que me muerda el brazo (siempre lo hacia con cuidado) hasta agotarnos y luego nos echábamos en el jardín de mi casa a descansar, previa rascada de panza y movimiento de patita trasera. Él reposaba sobre el gras y yo sobre su panza como si fuera una almohada, mientras ambos hacíamos gruñiditos como conversándonos.

Para llegar al interior de mi casa, me demoraba mucho como verán, pero a veces lo prefería así, ya que Kaiser siempre me recibía feliz en la puerta y nunca estaba de mal humor cuando yo llegaba, cosa que en los seres humanos, pasa así muchas veces.

Con mi pastor alemán, llamado Kaiser, pasamos durante el tiempo que vivió en la tierra, desde cumpleaños míos y suyos (que mi hermana le celebraba con torta y todo), hasta borracheras.

Inolvidable borrachera aquella con la que llegue a casa una noche, triste por una chica que había sido mi enamorada y ya no quería serlo más. Me tiré al piso de la cocina de mi casa, abriendo la puerta del patio para que Kaiser saliera y poder abrazarlo; entro a la cocina, quedándose a lamerme las lágrimas y a acompañarme todo el tiempo que fue necesario.

Kaiser se fue un día y se que no por voluntad propia, si no porque su cuerpo, maltratado por una enfermedad, no lo dejo quedarse. Aunque suene contradictorio, ese día me hubiera gustado, que también lamiera mis lágrimas.

Triste por aquella despedida forzada, fui en busca de aquella chica por la que había llorado borracho en la cocina de mi casa, ya que pensé que ella entendería mi dolor.
La madre de la chica a la que fui a buscar, siempre me dijo que los animales no tienen alma y que pensar lo contrario era absurdo. Parece que su hija pensaba lo mismo, ya que no entendió mis sentimientos aquel día.

Aún tengo fotografías de Kaiser en mi cuarto y es que él fue muy importante para mi. Tenemos fotos, donde lo cogía de sus patas delanteras y bailábamos, otras donde lo abrazaba. De las fotos de aquella chica que fue mi enamorada, no queda ninguna, ya que se las regale un día a la llama de mi encendedor.

Al empezar la bonita relación que tengo con mi actual enamorada, me presento a otro amigo. Mi nuevo compañero se llamaba Harry y vivía en su casa.

Harry y yo no nos llevábamos muy bien al principio. Él era muy joven y yo ya no estaba acostumbrado a los seres de su especie. Quizá se me había endurecido el corazón o no tenía el valor de entablar nueva amistad con un ser de su especie, por temor a la perdida. El tiempo se encargo de cambiar las cosas.

Al tiempo de conocernos, Harry y yo nos empezamos a querer, comenzamos a jugar y no puedo negar, que hasta llegue a pensar que Kaiser me había mandado un nuevo amigo, para que no me olvidara de él.

Los papás de Harry eran el hermano y la cuñada de Andrea. Lamentablemente como ellos tenían que viajar, otro amigo mió tuvo que partir.

Poco tiempo después y aunque sea redundante, Kaiser me mandó a dos amigas nuevas, que son las antes mencionadas Nena y Maguie, las cuales quiero como si fueran mis propias hijas.
A veces son un poco traviesas, ya que se comen la comida que uno deja en la mesa de la cocina, si uno no esta alerta o cogen cualquier cosita que este a su alcance para mordisquearlo y jugar con él, pero a pesar de todo nunca te niegan su afecto.

Yo no sé si el afecto te la puede dar un objeto, pero un amiguito cuadrúpedo que te recibe feliz, cada vez que llegas a casa, si te puede demostrar cariño y hasta siente una emoción desbordante al verte. (Prueba de ello son las alfombras y pisos orinados por esa alegría incontrolable de alguno de ellos)

Quizá los nuevos perritos electrónicos que han salido al mercado en Japón te pueden dar cariño y simular ser como uno de nuestros amigos, pero ¿es su verdadera naturaleza o simplemente sus actitudes son producto de la programación de chips?

Hay una cosa que es científicamente innegable en la actualidad y es que los perros (como los llaman usualmente) se ríen, según los últimos estudios del Psicólogo Jaak Panksepp. Por lo tanto, si Kaiser, Harry, la Nena, Magui e incluso los amigos cuadrúpedos que viven en tu casa y en la de tus amigos se ríen, yo creo que si tienen alma, porque la risa no es solo producto de un menjunje de químicos que están en nuestro cerebro, es también, el mejor producto de nuestra alma.
A las personas que piensen que el alma es solo algo que tienen los humanos, solo les quiero decir una cosa: El que ríe al último, ríe mejor.

Nos vemos pronto Kaiser…
Si no te ha gustado este nuevo articulo, lo siento. Se la debía a Kaiser, mi mejor amigo.

invertebrado

Some say he’s half man half fish, others say he’s more of a seventy/thirty split. Either way he’s a fishy bastard.

7 comentarios:

Y asi como Kaiser, Akira, Maggie, La Nena, Suka, Nina y una larga fila de nombres de nuestro queridos amigos, que muchas veces, son mas fieles e inteligentes que esa raza llamada pensante: la humana.

Olvido dijo...

HOLA.
Gracias por visitarme, he devuelto tu visita, es muy interesante tu blog, seguiré visitándolo. Gracias por tu comentario muy lindo.

Karol_a dijo...

Me gusta tu blog, lo encontré y me quedé, un placer pasar por tu ventana.
Saludos.

Unknown dijo...

Pucha en eso tienes razon, hay gente que es un maldita, como un artista que amarro a un perro como exposicion para que todos lo vean morir. Y le han pedido que lo vuelva ha hacer.
Fue triste esta historia pero me gusto.
Bueno la anterior, resumo tas locazo donde te metes. jajajaja

sybilla dijo...

Querido invertebrado, este post en particular me tocó porque mi pastor alemán partió a mejor vida (quiero creer) como Kaiser por una larga enfermedad. Es impresionante el cariño que se le puede tener a nuestros amigos cuadrupedos y cuan importantes puedes llegar a ser en nuestras vidas no?

Mi gran amigo se llamaba Kas (mi papá con sus nombres de tanques de la segunda guerra mundial) y aunque su nombre sonaba algo rudo y desfiante no habia para mi un perro mas noble y fiel que el.

Edu Molina dijo...

saludos, gracias por lo comentarios vertidos, y aca me tenes como asociado nuevo a tu blog.

Anónimo dijo...

Hola, queria felicitarte por tu blog, realmente este tema de los amigos me partio el corazon, siempre voy a afirmar lo que mi papa me dijo un dia... los seres humanos parecemos los animales y ellos parecen los seres humanos DE VERDAD!, yo tambien tengo una hija, mi gorda preciosa pero lamentablemente no vive conmigo.